Pide un deseo by Jordi Cabré

autor:Jordi Cabré
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Novela
publicado: 2019-02-28T23:00:00+00:00

Cierro el libro —sí, no he podido evitar avanzar algunas páginas en los últimos minutos de taxi— cuando veo que el GPS indica final de trayecto. Le digo al chófer que pare aquí mismo y el taxímetro detiene poco a poco sus constantes vitales, y aún sufre un rigor mortis de cinco céntimos antes de quedarse inmóvil en doble fila muy cerca del bar Noray.

Tomo conciencia de lo que me toca hacer. Afrontar la verdad, quiero decir la mentira, y ver qué me encuentro. A ver qué pasa cuando ponga a prueba todas estas calumnias, e ir hasta el piso donde parece que hice tantas cosas increíbles —y que no hay quien se crea— con una mujer tan espectacular que no resulta un personaje creíble, con una mujer que no recuerdo porque no existe. Y lo haré, y lo hago, y a ver quién aparece tras la puerta.

Salgo de las negruras y amarilleces del taxi hacia la noche serena y policíaca del Putxet. Aún llueve por voluntad celestial. Busco la esquina con la calle comosellame, y veo que solo puede ser este callejón que sube. Pues que así sea. Y doblando la esquina hay una pizzería y un bar de cocina «casera» (sic) y, más arriba, una iglesia moderna casi escondida, con un mural medio religioso medio psicodélico, frente a la cual tres o cuatro sintecho construyen fachadas de cartón y parqués de papel de periódico. Cuento dos puertas de garaje. Una, dos. Piso un charco. El número 18 llega muy pronto —era el 18, ¿no?, consulto el libro—, subiendo a mano derecha y después de dos grandes puertas de garaje. No tiene pérdida. Queda encarado a un hotel de tres estrellas que, este Sant Jordi del año en que se ha terminado el Templo Interminable, seguro que tiene todas las habitaciones completas.

Intento recordar. No me suena de nada esta calle, no recuerdo nada. Sí que me siento como si de repente hubiese aparecido el hombre del sombrero de copa de My Fair Lady a cantar «On The Street Where You Live», ramo de flores en la mano, porque me siento igual de estúpido y perdido y patético que un pagafantas no correspondido. Bajo la lluvia, buscando rastros de una persona que parece pura fantasía, un amor platónico que de tan platónico ni siquiera he conocido, en una calle que me resulta del todo inédita, y cerca de un edificio que ahora que me fijo es del tipo de casa sin alma en la que no me habría fijado en mi vida.

Subiendo unos seis o siete escalones de piedra blanca hay un interfono con no sé cuántos —con sí sé cuántos— pisos y puertas. De todos estos botones solo me interesa uno, pero ahora mismo no estoy seguro de cuál era. Abro el libro. Busco la página.

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